Gracias de nuevo a Franco Berardi por su disposición al diálogo sobre qué puede significar “desertar” hoy o, lo que es lo mismo, cómo podríamos hacerlo (Desertemos, 2024, Ed. Prometeo). De entrada, me permito señalar la forma de hacer del propio filósofo italiano: su apertura al encuentro de parte de un autor con la historia personal y de la talla como Berardi ya da señales sobre a qué se puede estar refiriendo (y a qué no) cuando habla de “deserción” (…).
Dicho esto, el texto que ofrezco aquí es continuación de la conversación que diferentes personas llevamos manteniendo a partir de la visita del filósofo a Casa Victoria (12/2/25, Madrid) donde Berardi habló sobre la deserción como la mejor de las opciones dado el panorama actual (1). Sobre aquel encuentro por mi parte difundí un texto con algunas críticas amistosas que el filósofo ha tenido la generosidad de contestar.
Escribe Berardi (17/2/25): “Clara Urbano Molina, por su parte, en el informe de la reunión en Casa Victoria, dice que, si todo está perdido, incluso la deserción es imposible. Puede que tenga razón, pero en este caso estamos jodidos, al menos hasta que Clara nos diga qué más podemos hacer” (2).
Mi respuesta a tan directa apelación es la puesta en relación de los dos puntos críticos que amistosa y previamente le planteé al autor italiano (y que son los que dieron lugar a esta respuesta suya, pero de los cuales solo ha tenido a bien mencionar el segundo), a saber: 1) La necesidad de atravesar nuestra interpretación y praxis política de una vez por todas por el sujeto del inconsciente y su división (y lograr así de una vez por todas también abandonar la nostalgia y hacer el duelo de la revolución), por supuesto no reduciendo la apuesta a un “inconsciente colectivo”; y 2) que, efectivamente, si como dice el filósofo todo está perdido y por eso la deserción, en realidad ni siquiera podremos encontrar la potencia necesaria para desertar, ya que ‘todo’ está perdido…
Hago este movimiento para responder porque la única forma de romper el círculo vicioso (y cerrado) entre la hipótesis de partida de Berardi (ese “está todo perdido”) y su propuesta (“por ende la deserción”) es precisamente la inclusión del Sujeto del Inconsciente (el dichoso punto 1), su división y lo que éste supone en la praxis (siempre una hiancia, un misterio, un no saber (3), gracias a que somos uno por uno, nunca lo mismo, nunca un colectivo uniforme -aunque así lo busque y trabaje el discurso capitalista-).
En la conversación que mantuvieron Franco Berardi y Jorge Alemán en Punto de Emancipación (4) poco antes del encuentro en Casa Victoria, el filósofo italiano dijo algo que considero importante destacar y escuchar y que puede ser la clave en este diálogo que estamos manteniendo. En relación a la revolución y su potencia de cambio, el filósofo italiano dijo que le da “vergüenza” haber creído tanto en ella: “¿cómo he podido yo ser tan estúpido de creer en la posibilidad de un cambio de la naturaleza misma de la historia si puedo decir así? La historia es el producto de una voluntad machista de dominación, de violencia, de sumisión; solo quien escapa a la historia puede estar orgulloso. Quien participa de la historia, participa de algo de vergüenza.” A lo que Jorge Alemán le respondió estando en desacuerdo: “Me siento orgulloso de una experiencia colectiva que si bien fue fallida ha dejado una huella y que sin esa huella la historia sería la de los campos de concentración, y Hitler sería el único profesor universal de filosofía existente”. Bajo mi punto de vista este asunto es fundamental; me refiero, de nuevo, a hacer el duelo de cierta idea absoluta y excesivamente fálica de la revolución sostenida sobre una idea de sujeto nunca dividido, lo cual sí que sería el opuesto justamente de una posición que rechaza absolutamente la revolución y todo lo que pueda aportarnos, aunque no sea “perfecto” y tenga su incompletud... Considero que ha llegado el momento de pasar a un prisma más maduro en relación a ciertos ideales políticos que, a la vista está, si bien nos han salvado de mucho, tal y como indica Alemán, también nos han llevado hasta aquí, tal y como indica Berardi…
En último lugar, un paso imprescindible también en relación a lo anterior será una mejor diferenciación y trabajo de interpretación sobre lo que es considerable como propio del sujeto y aquello propio de lo social, sobre la relación entre lo individual y lo colectivo, sin confundir tanto y tan fácilmente unos con otros, pues esa confusión no es sino fruto interesado del propio neoliberalismo y del discurso capitalista. Dice Berardi en su libro: “Pero el estoicismo es una elección que solo puede ser individual, y yo en este libro me ocupo esencialmente de la ética de la esfera colectiva” (2024:25). Y yo pregunto: ¿acaso precisamente la difuminación entre lo característico de una y otra no se ha vuelto el problema en sí mismo? ¿acaso uno de los efectos de ese discurso capitalista sobre la subjetividad de la época no es confundirnos sobre aquello que cae más del lado individual y del compartido o social e inutilizar así de paso nuestra interpretación y acción como polillas alrededor de la bombilla? Un punto más donde el discurso capitalista rentabiliza la propia estructura del sujeto y su rechazo a saber lo no sabido y aceptar lo que ya se sabe.
En esta apuesta de atravesar e interpretar previamente lo que nos sucede desde el paradigma del Sujeto del inconsciente y su división, creo que el significante de la “deserción” nos está siendo muy útil como una de las versiones posibles de incorporación de esa división del sujeto, de ese aceptar la propia impotencia para, desde ahí, lograr que se abran nuevas puertas en relación a lo imposible.
En otro artículo sobre “Antígona, la responsabilidad y el psicoanálisis”, que publiqué en la revista #Lacanemancipa, terminé el texto como sigue: “Creer, pues, que es posible un mejor presente y futuro es haber salido de la impotencia y hecho el duelo con lo que no fue ni será jamás, con el horror que está siendo y podrá convertirse. No se trataría, pues, de una decisión boba, si va acompañada de un hacer. Más bien al contrario, un hacer capaz desde el no saber tiene más de valiente que de pensamiento débil, más de invención que de neurosis cobarde frente al deseo” (5).
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(1) El 12 de febrero tuvo lugar en Madrid una conversación pública a partir de la presencia del filósofo y escritor italiano Franco Bifo Berardi que fue acompañado por Jorge Alemán, Amador Fernández Savater, Luciana Peker y Jorge Lago, en la recién inaugurada Casa Victoria. Por mi parte escribí un texto sobre el encuentro, con algunas críticas amistosas que el filósofo tuvo a bien responder tal y como se relata en el presente. Texto crítico completo de Urbano Molina: Si ‘todo’ está perdido la deserción es imposible’, disponible en la Revista de #Lacanemancipa: https://lacaneman.hypotheses.org/5468
(2) Berardi, F. 2025. In situazioni estreme. En Newsletter Ildisertore, de Franco Bifo Berardi.
(3) Y esto nada tiene que ver con romanticismo alguno, por cierto, sino con mucha angustia a menudo, y una confrontación directa con las preguntas del Ser y su impotencia y, por tanto, con la necesidad de buscar un apaño particular para lograr hacer con lo imposible, en ese paso de la impotencia a la imposibilidad.
(4) Disponible en: Franco “Bifo” Berardi y la deserción. Punto de emancipación T2 E1. Una conversación con Jorge Alemán. En ALEMÁN Newsletter.
(5) Urbano Molina, C. 2025. RESPONSABILIDAD Y PSICOANÁLISIS: si no hay ley, ¿quién es Antígona hoy? En la Revista #Lacanemancipa. Disponible en: https://lacaneman.hypotheses.org/5331
Muy bueno!!!