"La principal enfermedad mundial es la cobardía". El psicoanalista Jorge Alemán y su mirada sobre la actualidad de la teoría que descubrió el inconsciente.
Por Oscar Ranzani - Hoy, 23.12.2024, en Página 12
El también escritor y poeta entiende que los imperativos de felicidad que el neoliberalismo exacerbó "han producido una depresión generalizada". Y advierte que cuando los vínculos sociales se desmembran "surge la violencia".
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El 23 de septiembre de 1939 murió Sigmund Freud, el hombre que desafió a la Modernidad a partir de su teoría psicoanalítica y que puso en jaque el reinado de la razón como ordenadora del mundo para señalar que muchas cosas que los seres humanos hacen y piensan no son por voluntad consciente. A esta premisa se la conoce como la tercera herida narcisista. Las dos primeras las constituyeron los descubrimientos de Copérnico y Charles Darwin. Uno por señalar que el hombre no era el centro del Universo. Y el otro por considerar que el ser humano es un animal más en la cadena del mundo natural. Luego llegó Lacan, quien lejos de la antinomia propia de polémicas vacías de contenido, llegó a expresar "Soy el primer freudiano". El mundo siguió girando y el psicoanálisis sigue estando. ¿Por qué el psicoanálisis aún? ¿De qué manera el psicoanálisis se reconfiguró?¿Puede pensarse en un psicoanálisis o no es lo mismo el de la era victoriana que el de la sociedad contemporánea? De cómo puede pensarse la actualidad de la teoría creada por el médico neurólogo austríaco habla el prestigioso psicoanalista Jorge Alemán, una voz autorizada y lúcida.
También escritor, Alemán se exilió en España en 1976, en plena dictadura argentina, y cuando el país ibérico hacía poco que iniciaba una transición a la democracia, después de casi cuarenta años del régimen dictatorial de Francisco Franco, quien falleció el 20 de noviembre de 1975. Alemán tenía 25 años. Desde entonces, vive en Madrid. Autor de numerosos libros que dan cuenta de un pensamiento que une psicoanálisis, filosofía y política, así como de libros de poesía, durante la segunda mitad de los ‘70 formó parte de la avanzada del psicoanálisis lacaniano en España y es unos de los intelectuales más consultados. Pero nunca se olvidó de su tierra. Por eso, viajó nuevamente a la Argentina que, aunque parezca lastimarlo en esta época de violencia, no la olvida. Es más: mucho de cómo piensa este presente argentino lo escribe en sus columnas en Página/12. Pero esta vez, Alemán prefiere hablar de la actualidad del psicoanálisis...
--¿Cree que el psicoanálisis del siglo XXI se diferencia mucho del apogeo que tuvo en el siglo XX? ¿El psicoanálisis debe ahora abordar las patologías contemporáneas o cree que lo está haciendo?
--Lo está intentando hacer, pero todavía queda un trecho por resolver: yo no creo que hoy en día una teoría que quiera dar cuenta de todos los procesos sociales que se están organizando en el mundo contemporáneo y, en particular, los de la ultraderecha puedan ser pensados sin la teoría del sujeto del psicoanálisis. Y creo que esto recién comienza. Después, está el problema de la técnica, los desafíos que implican el despliegue de la digitalización de la vida y de la Inteligencia Artificial. Y ahí habrá que ver si como el propio Lacan lo afirmó en su vida no van a dejar de ser otros síntomas más o si van a constituir, en cierta forma, en su proyecto transhumano, el final del inconsciente.
--Cuando se habla de la crisis del psicoanálisis y de la falta de pacientes tiene que ver con que la sociedad tiene menos interés en tratarse?
--Habría que especular sobre esto, pero es indudable que la tendencia social no va del lado de la memoria, ni del lado de las relaciones entre la verdad y la memoria, ni del lado de establecer cómo los efectos de una rememoración pueden transformar una escena constitutiva del sujeto. Tendríamos que decir que hay un empuje a automatismos mentales que proceden de una zona de la experiencia que tiene que ver con el individualismo de masas, con la psicología del yo, con la inflación del narcisismo y con todo aquello que ha desplegado el autoayuda en su alianza con la técnica.
--Hay analistas que entienden que no se debe pensar en el bienestar del paciente, sino que el propio analizante debe poder ver los cambios que experimenta. ¿Cómo se explica esto teniendo en cuenta que si un sujeto decide hacer un tratamiento psicoanalítico es porque tiene sufrimiento o al menos un cierto grado de angustia?¿Por dónde pasa para usted la eficacia del psicoanálisis?
--Es correcto decir que el analista no piensa a priori en el bienestar del paciente. Pero un análisis no tiene sentido si uno no aprende a vivir con lo que le ha tocado de sufrimiento, incluso si no transforma a ese sufrimiento en la materia de otra cosa.
--El psiquiatra y psicoanalista Luis Hornstein dice que un psicoanalista no es un técnico que opera de la misma manera con todos sus pacientes. ¿Qué reflexión le merece esto?
--Es una generalidad, pero tiene razón. Cada vez que hay un acto analítico, se inventa el psicoanálisis.
--Estamos en una cultura que tiende a persuadir que todo aquel que no es realmente feliz está deprimido. ¿Cómo se puede pensar esto desde el psicoanálisis?
--Es al revés: los imperativos de felicidad que el neoliberalismo ha exacerbado han producido una depresión generalizada. Es decir, la obligación de ser feliz ha tenido consecuencias muy negativas.
--Hablando de depresión, la Organización Mundial de la Salud señala que en 2050 la principal enfermedad mundial será la depresión, que superará a las enfermedades infecciosas, no infecciosas cardiovasculares, etc. ¿Cuál es su mirada desde el psicoanálisis respecto de cómo se llevó a esta situación?
--Bueno, ahí tengo que ser radicalmente lacaniano y decir que la principal enfermedad mundial es la cobardía, como el propio Lacan lo asumió mirando que la depresión no es más que una dimisión del sujeto.
--¿Cómo piensa la influencia de las tecnologías de la comunicación en el psicoanálisis moderno?
--Ahí vamos a ver una batalla con respecto a qué va a hacer el ser humano consigo mismo, si se logra verdaderamente dejar seducir definitivamente por el jueguito de la maquinita de la Inteligencia Artificial, que no creo que uno debe estar necesariamente en contra de las mismas, pero si no se reserva ningún lugar para la verdad que desafía lo que está en juego, aquí vamos a terminar en un mundo de datos, de automatismos, de cálculo. Y la experiencia de la verdad, con todo lo que implica para la política, el arte, la poesía, el amor, irá desapareciendo
--¿Cómo nota la contradicción de un mundo hiperconectado pero donde falla la comunicación y un mundo en el cual las personas no se miran cara a cara sino que estando juntas miran las pantallas de sus celulares?
--La técnica es una experiencia de destrucción de la palabra y, por lo tanto, de la destrucción del amor.
--Los jóvenes están hiperconectados, pero tienen menos encuentros. ¿Cómo observa los cambios que se dieron en la manera de vivir el acto sexual?
--De esto habla muchísimo el filósofo italiano y amigo mío Bifo Berardi: hay una desexualización en los jóvenes. Y en cierta forma, puede haber algo de cierto en esto, en el sentido en que es como si el misterio de la relación le quedara a todo el mundo cada vez más lejos. El misterio de la relación se ha puesto para todo el mundo como algo muy lejano.
--¿Cómo analiza los cambios que hubo en las sociedades con la consolidación de los movimientos feministas y el auge de los movimientos LGBTIQ+? El psicoanálisis que nació como vanguardia, ¿supo estar/sabe estar a la altura del cambio de paradigma?
--Yo pienso que el psicoanálisis ya no puede ser la vanguardia de esos movimientos. Si esos movimientos verdaderamente no se cierran en modelos identitarios, están en condiciones importantísimas para también, a su vez, interpelar al psicoanálisis, pero siempre y cuando los mismos no sean nada más que modelos identificatorios.
--Otro aspecto de estos tiempos de redes sociales es la proliferación de la fake news y los discursos de odio. ¿Estos cambios tienen que ver con la consolidación de la ultraderecha en el mundo?¿La derecha está ganando la batalla cultural de la utilización de la tecnología comunicacional?
--Ese es un círculo: la ultraderecha ha sabido capitalizar. La opinión pública es siempre reaccionaria y la ultraderecha no se interesa por la política sino por la opinión pública. Y en la opinión pública siempre hay sentimientos de que ante lo que me está pasando, alguien tiene la culpa, y que preferentemente ese que tiene la culpa sea destruido. Todas las grandes transformaciones se hacen en contra de la opinión pública, pero la ultraderecha es al revés: es un gran proyecto de intervención algorítmica sobre la opinión pública.
--¿Cómo observa la fuerte tendencia al consumismo que promueven las publicidades en el sistema capitalista? ¿Es más importante tener que ser en el mundo neoliberal?
--Eso está directamente conectado con el fracaso de la experiencia amorosa; es decir, transformar al sujeto en alguien que solo puede admitir en su vida aquellos objetos que comprende.
--Teniendo en cuenta que la sociedad mundial se rige por el principio de maximización de las ganancias, donde siempre hay que producir más, ¿qué riesgo implica esto para usted?
--Si esto fuera definitivamente exitoso sería así: que las pulsiones sustituyan al deseo, que todo el mundo quiera satisfacciones inmediatas, que se puedan traducir en valor, porque el deseo no es traducible al valor.
--¿Cree que el neoliberalismo promueve un culto al individualismo donde parece que de "la felicidad para todos" que se promovía el mundo pasó a "la soledad para todos?
--Sí, pero es un individualismo muy ligado al sometimiento; es decir, la supuesta autonomía del yo en el individualismo promovido actualmente por el neoliberalismo es sinónimo de sometimiento y de exigencias a imperativos que son imposibles de cumplir.
--Además de las catástrofes financieras, el mundo también sufre catástrofes ambientales humanitarias, pestes masivas, guerras. ¿Cómo puede actuar el psicoanálisis frente a tamaña situación?
--El psicoanálisis en sí mismo no creo que pueda actuar sobre todo eso, si no es articulándose a un proyecto político que vuelva a tener a la izquierda como horizonte. Entiendo por izquierda no necesariamente lo que se autodenomina "izquierda" en un determinado país. Entiendo por izquierda no haber dimitido frente a la idea de transformar el capitalismo.
--¿Por qué cree que en la época actual se vive una fascinación por la violencia?
--Porque cada vez hay menos discursos, porque los discursos se han sustituido por eslóganes, narrativas, datos, pero la verdadera matriz de los discursos era organizar vínculos sociales. Desde el momento en que los vínculos sociales se desmembran surge la violencia. Y porque además hay cada vez más impotencia y, a medida que la impotencia crece, más se apela a la violencia para resolverla.
--¿Sigue tan presente la violencia contra uno mismo como existió en el pasado o hay más violencia hacia los demás en esta sociedad actual?
--Yo creo que empieza a crecer una violencia transversal en esta sociedad actual. En la medida en que los antagonismos sociales, los clásicos como proletariado/burguesía, pueblo/antipatria, oligarquía/pueblo se han ocultado, están reprimidos, no digo que han desaparecido, pero están en estado larvado, crecen otro tipo de violencias que sustituyen a los antagonismos verdaderamente transformadores.
--¿Cree que sigue vigente en la historia de los odios entre lacanianos y no lacanianos como si no hubieran pasado ya 43 años desde la muerte de Lacan?
--No, pienso que Lacan ganó esa batalla, que actualmente la Asociación Psicoanalítica Internacional, que fue la que excomulgó a Lacan ya tiene una interpretación del sujeto, de sus relaciones con el síntoma, con el fantasma, muy marcada por las tesis lacanianas.
--Suele señalarse que la obra de Freud no debe ser dogmatizada. ¿Cree que hay una tendencia al dogmatismo?
--El que lo quiere dejar atrás, el que lo quiere cancelar, como se suele decir, no entiende que a Freud siempre hay que leerlo en su proyección futura. Los otros días hablaba con una amiga feminista que me decía "Bueno, pero Freud, al final de cuenta, era un hombre". Y yo le respondí: "No se lo puede leer a Freud solo como un hombre".
--¿Y a Lacan?
--Tampoco, a todo autor hay que leerlo más allá de sí mismo.
--Si el siglo XIX fue el de la psiquiatría y el siglo XX fue el del psicoanálisis, ¿el siglo XXI se las terapias cognitivas? ¿Observa riesgos en esto?
--El siglo XXI parece constituirse en relación con la terapias cognitivas que podrían tener una mayor afinidad con todos los valores de Inteligencia Artificial y, en definitiva, la digitalización. Así que tenemos que pensar de manera un poco más optimista y pensar que el siglo XXI será el siglo de la izquierda lacaniana.
Gracias por compartir este escrito breve y puntual.
Saludos Cordiales.