"Los únicos hombres de verdad que nos quedan" | Lacan y la política
Jorge Alemán, en "Breviario político de psicoanálisis", Ned, 2022
«Quiero decir concretamente: en la sociedad de la doble monarquía, para los límites judaizantes donde Freud queda confinado en sus aversiones espirituales; con el orden capitalista que condiciona su agnosticismo político —¿quién de ustedes nos escribirá un ensayo, digno de Lamennais, sobre la indiferencia en materia de política?—; añadiré: en la ética burguesa, por la cual la dignidad de su vida viene a inspirarnos un respeto que llena la función de inhibir el que su obra haya realizado, de otro modo que en el malentendido y la confusión, el punto de encuentro de los únicos hombres de la verdad que nos quedan, el agitador revolucionario, el escritor que con su estilo marca la lengua, —yo sé en quién estoy pensando—, ese pensamiento que renueva al ser y cuyo precursor tenemos». J. Lacan, «La ciencia y la verdad», Escritos.
Tal vez al lector este final le resulte intrigante. Esta preciosa y fecunda cita de Lacan, momento ejemplar de su enigmático estilo, del modo de «cifrar» en su decir distintas alternativas de sentido, ha valido como guía de este breviario.
Escrita en 1965, un año después de la excomunión de la IPA (Asociación Internacional de Psicoanálisis) —fecha que nos remite al contexto de su enunciación— es el tiempo en donde Lacan ya precipita sus definiciones en relación al discurso psicoanalítico. Se desglosará la cita en cuestión según distintos ejes que nos aproximen a su dilucidación.
1. Lacan se propone nombrar la urdimbre de determinaciones que, en principio, fijan a Freud en una posición y luego, a su vez —y esto es decisivo en la cita—, señala el modo en que el texto freudiano desborda y excede a aquellas determinaciones que en un principio confinan al inventor del psicoanálisis en un lugar predeterminado.
2. Entre las primeras determinaciones podemos constatar «la doble monarquía», el Imperio austrohúngaro como el lugar donde ya se han puesto en marcha las lógicas de segregación antisemita. En ese lugar se tornan presentes las «aversiones espirituales», la tentación de responder al antisemitismo consolidando su identidad judía, lo que Lacan designa como «límites judeizantes». Se suma aquí el «orden capitalista que condiciona su agnosticismo político». Este «agnosticismo» y «sus límites judaizantes» han sido señalados por muchos estudiosos que no logran alcanzar en sus lecturas al verdadero hueso del discurso freudiano.
3. La evocación de Lamennais es crucial; un teólogo católico liberal que, desde el interior de su proyecto religioso, se asoma a un presentimiento del socialismo que desplegará Marx. Dicho de otro modo, nos encontramos aquí con alguien que, perteneciendo en primer lugar a un campo, al igual que Freud, lo desborda y lo excede. La remisión a «la indiferencia en materia de política» debe ser entendida como el movimiento en donde el momento inicial de una teoría queda superada y excedida por su propio devenir. Por esta razón, siguiendo una distinción clásica, se afirma que la indiferencia a la política no es indiferencia a lo político como acto instituyente.
4. La «ética burguesa» que deriva de un modo concluyente de ese mundo donde Freud está confinado por el «orden del capital» queda subvertida por su propia obra y la dignidad de su vida. Es esa dignidad la que «viene a inspirarnos» y nos permite separarnos del «malentendido y la confusión». La versión burguesa liberal del psicoanálisis subordinada al orden del capital y también la versión freudomarxista constituyen síntomas del malentendido y la confusión.
5. Sólo separándose del malentendido y la confusión se alcanza la obra de Freud en su significación soberana, lo que en la cita de Lacan se presenta como «el punto de encuentro de los únicos hombres de la verdad que nos quedan, el agitador revolucionario, el escritor que con su estilo marca la lengua —yo sé en quien estoy pensando—, ese pensamiento que renueva al ser y cuyo precursor tenemos».
6. Aquí el texto que se está desglosando adquiere su máxima intensidad. En primer lugar, «los únicos hombres de la verdad que nos quedan» podría ser entendido como una respuesta a Kojève, filósofo con quien Lacan tuvo una relación «transferencial» de primer orden. Si para Kojève, en el fin de la Historia en su singular lectura de la Fenomenología de Hegel, en el estado universal homogéneo, aún seguía presente la negatividad que se manifiesta en la «animalidad» del capitalismo o el «esnobismo» japonés o el sabio —que funciona como una suerte de filósofo cesante—, Lacan, gracias al texto freudiano, remite a lo que «aún nos queda», lo que el final de la Historia no ha logrado capturar.
7. Si bien estos tres hombres de la verdad que se encuentran anudados en el texto freudiano emergen en la obra de Freud cuando ya ha atravesado sus propios confines, también se pueden arriesgar sus nombres. Los tres llevan el nombre de Freud y a la vez apuntan hacia otro lugar. El escritor que con su estilo marca la lengua —si Lacan admite en quién está pensando, en una lectura retroactiva de su enseñanza, más allá de los nombres de la época de 1965— sería indudablemente Joyce. El precursor que renueva el pensamiento del ser es, por un lado Freud —Lacan siempre le concedió ese rango—, y por otro Heidegger, al que Lacan reinventó con una lectura desde el psicoanálisis. El agitador revolucionario es también Freud, pero incluye un suplemento, una equis por descifrar, tal vez Lenin. Hay que indicar que se trata de la figura disruptiva del agitador y no de las leyes históricas de la revolución. Por último, por ser «los únicos hombres de la verdad que nos quedan», se trata de hombres de la verdad y no hombres del saber. Se debe recordar que la verdad para Lacan «es lo que retorna en las fallas de un saber». Por ello nada impide que estos tres únicos hombres puedan retornar en esas fallas que perforan la trama del saber cambiando de sexo o de género.
Si se ha elegido esta cita que exige una atenta lectura y una ardua interpretación que no se agota en el comentario que aquí se formula, es porque se considera que en la misma se encuentra sugerida la relación entre Lacan y la política.
¿Es fuente de poder popular suma de millones de pequeños poderes personales… ejerciéndolos todos los días hasta llegar a un gran poder diario permanente?
-*El PODER POLÍTICO se concreta en: •Dinero y economía •Territorios provinciales y municipales •Poder legislativo, judicial y ejecutivo •Comunicación social •La calle •Organizaciones sociales
No tenemos el poder ejecutivo, el poder judicial es gorila, el poder legislativo se vende parcialmente.... solo nos queda imaginarnos como crear poder propio
PODER popular, ¿cómo se genera?, ¿con quién?, ¿dónde?, ¿cuándo? ¿para qué? ..... creo que es el gran tema de la política Como base ¿debemos producir HECHOS?
*CADA ARGENTINO PERONISTA o NO, CADA DIA PUEDE CREAR pedacitos de PODER POLÍTICO nacional y popular…. -Peronista si querés- que se multiplique por millones
*Nosotros somos millones y podemos generar poder nacional y popular fuera del negocio político, donde el dinero es vehículo de la corrupción, y no sirve para acabar con el hambre
*Todos los días: sumando millones de pequeños HECHOS de cada uno: p.e. apagar las luces de 20:25 a 20:30 millones de apagones generan gran apagón. propongamos HECHOS semejantes de millones
*Lograr PODER COMUNICACIONAL llenando las paredes de la Patria con millones de carteles diarios promoviendo el poder popular de una democracia protagónico que no tenga solo que esperar elecciones.
*RUMBO A AL DEMOCRACIA PROTAGÓNICA "La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo" J.D. PERÓN