¿Cómo pensar desde una Europa declinante y senil? | Lidia Ferrari
en #LacanEmancipa • 19.06.2025
Estas reflexiones fueron prometidas para responder más exhaustivamente al texto de Berardi “En situaciones extremas”1 que, a su vez, conversaba con mi texto “Eros y la autoextinción humana”2. Es probable que dado el tiempo transcurrido y las idas y venidas se pierda algo de la conversación. Ensayemos seguir pensando sin el fragor de lo instantáneo.
Cuando Simone Weil habla descarnadamente de la crueldad romana y de su mejor imitador, el sistema hitleriano, dice que esa despiadada crueldad, sin embargo, es capaz de suscitar confianza “en todas aquellas circunstancias en que sería demasiado terrible desconfiar; pues al alma humana le repugna mirar de frente la desdicha extrema”. Respondo con esta frase de Simone Weil al epígrafe de Berardi en “En situaciones extremas” que dice: “…con qué obstinación las personas se las arreglan para negar la evidencia, incluso cuando su libertad o su propia vida están en juego” de Octavia Butler. En ambas frases se trata de algo similar, el no querer ver nuestros infortunios. Pero Simone Weil sería clemente con lo humano que rechaza mirar de frente la desdicha extrema. Me recuerda la frase de Lacan: “Cada uno alcanza la verdad que es capaz de soportar”. ¿Los que no comprendemos bien la deserción en el planteo de Berardi es porque no podemos soportar su verdad? No estoy segura. Cierto disenso no está en cómo describe o diagnostica nuestro tiempo, sino más bien en lo que, quizás erradamente, leemos como una propuesta. No estamos discutiendo el diagnóstico de la situación sino el pronóstico o la medicina posible, si es que hubiera alguna.
Simone Weil no habla de nosotros, sino de quienes han sido violentados en el núcleo de su ser, como en el Holocausto nazi y, en nuestra época, el genocidio del pueblo palestino. Lo que puso en marcha la conversación fue mi texto: “Deserción e impotencia… ¿y el deseo? A propósito de una entrevista a Bifo Berardi”3. Me había chocado su juicio sobre la procreación de hijos en Gaza como signo de violencia. Por el contrario, lo sigo interpretando como un recurso de resistencia además de legítimo deseo de los progenitores palestinos. Lo hicieron los irlandeses contra los ingleses: la procreación como arma política. Hoy más que nunca la humanidad toda se juega en la sobrevivencia de los palestinos.
En un contexto de reflexión donde faltan las certezas, donde las contradicciones y las dudas toman la delantera, Bifo admite al final de su reflexión, “Mi hipótesis extrema es que hay que pensar la deserción de la esfera histórica, aunque no sepamos aún cómo hacerlo”.
Berardi interpreta mi frase sobre la lucha por Eros como que se trata de buena voluntad o de forjar esperanzas. Insisto en la eterna lucha en la que estamos metidos desde siempre. No sólo Eros no tiene una varita mágica como el Baron Munchausen, sino que la tiene muy difícil en estos tiempos. Hay una batalla desigual, totalmente asimétrica contra los poderes que representan la destrucción de lo humano. El Eros al que me refiero es el del deseo, de la implicación deseante de un sujeto o de una colectividad. Puede ser que desee desertar o suicidarse o, como lo plantea Godani, “Una forma di vita non-appetitiva” (una forma de vida no deseante). Para no repetirme me voy a dirigir a ciertos enunciados.
Dice Bifo que “la máquina lingüística ha sustituido la voz de la madre”. Esto nos mete de lleno en una discusión importante para el psicoanálisis. La pregunta es si el Poder puede apropiarse totalmente de lo inconsciente, ese lugar de reserva de lo inapropiable. Jorge Alemán plantea que el Poder no es el suelo natal del sujeto. Por mi parte creo que hasta nuevo aviso no hay máquina inteligente que pueda reemplazar la libidinización de eros en la entrada a la vida y la manera en que las palabras de los otros significativos inciden en la construcción de la lengua materna del inerme cachorro humano. Esta forma de entrar a la vida no puede ser cancelada ni por máquinas criadoras ni por adultos transformados en cyborg. Las experiencias de institucionalización de los niños recién nacidos lo demuestran. La falta de Eros, de cuidados deseantes, producen la muerte del infante. Lo que describe Berardi es el mundo en el que nos encontramos cuando hemos crecido. Es cierto que la invasión tecnológica alcanza a niños cada vez más pequeños, pero la libidinización imprescindible para adquirir nuestra forma humana ocurre entre cuerpos deseantes. Sospecho que, más allá de los pregones ilusionistas e ilusionados de la IA, no hay forma de generar un ser humano a partir de máquinas digitales, por la índole misma de su prematuración biológica. ¿Podemos concebir que lo inconsciente sea apropiado por la maquinaria narrativa de la dominación a través de los adultos que crían a ese niño? Sobre este problema se hace necesaria una profunda discusión.
Los poderosos que nos condenan a ser cada vez más pobres ¿podrán expropiar o colonizar la subjetividad de todos y cada uno? La máquina lingüística no ha sustituido a la voz materna porque no puede. Sólo si la madre o reemplazantes declinan y le traspasan a su hijo su resentimiento y su odio, estaremos en presencia de un futuro deprimido o suicida o melancólico o broker. Pero eso siempre ha ocurrido. Mi diferencia con Berardi es que todavía creo que hay un tesoro inapropiable en cada sujeto que puede jugar o no para una causa emancipatoria. Si creemos que el Poder ha ocupado todos los lugares, que no hay resquicios, no hay nada que hacer. Tampoco habría deserción que valga en esos casos. ¿Nos sentimos impotentes porque la idea de final del capitalismo ya no la podemos sostener como hace algunas décadas? Pero no estamos hablando de eso. ¿O sí?
Cuando dice Bifo que “la depresión no se puede vencer con historias”, haciendo alusión a mi idea que se trata de una batalla cultural a través de las narraciones, será Freud quien le responda después de que Anna O. le enseñó la ‘talking cure’. Las palabras enferman y también pueden sanar. El psicoanálisis tiene su razón de ser allí. Estamos intoxicados de narraciones –palabras, videos, audios– de las que no nos podemos desprender. Quizás se podría deslizar la propuesta de la deserción de Bifo hacia un ejercicio de abstinencia de las narraciones catastróficas, distópicas, crueles, a las que estamos sometidos diariamente. Porque cierto horror que narra Berardi es real y también narrativo. Abstinencia de escuchar los excesos de horror estratégicamente concebidos para atosigarnos. Los gestos, los objetos –motosierra–, los relatos que nos infringen diariamente son una forma de dominio. ¿Que nuestra potencia es insignificante respecto a la colosal del poder tele-tecno-mediático? Nuestra conversación es un ejemplo de lo que prospera en el desierto. ¿Asistimos a tiempos similares a los de la gesta desde el fondo de las catacumbas en los primitivos cristianos frente a la autarquía romana?
Para Christian Salmon, son las narraciones las que comandan en este mundo neoliberal. Eso está claro con lo que ha sucedido con el Cryptogate y las estafas a la orden del día: políticas, mediáticas, financieras. Se trata de narraciones, la promesa de ganancias sin costo4. También relatos distópicos se fraguan en la usina narrativa de occidente: Hollywood-Pentágono. Pero también nosotros somos modestas usinas de palabras que transportan ideas. Por eso tomo en serio lo que dice Bifo.
Dice Berardi: “Llamar a la revuelta sabiendo que no hay condiciones psicosociales para la solidaridad y que no hay armas para defendernos de un enemigo cada vez más violento es un romanticismo patético”. No sé a quién o qué está dirigida esta frase. Me apoyo en el irremplazable Gramsci que nos enseñó a no defeccionar frente a tanta ignominia: pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad. Por eso conviene recordar que el antagonismo de lo social se reactualiza una y otra vez a lo largo de la historia humana, a pesar de que los poderosos de turno desearían neutralizarlo. No debemos alimentar la impotencia pues ya los poderosos se ocupan de ello. Dice Simone Weil: “Los poderosos no tienen ningún interés más vital que impedir esta cristalización de las multitudes sometidas, o, al menos, pues no siempre pueden impedirla, hacerla tan poco frecuente como sea posible. Que una misma emoción agite al mismo tiempo a un gran número de desdichados es algo que sucede muy a menudo por el curso natural de las cosas; pero de ordinario esa emoción, apenas despertada, es reprimida por el sentimiento de una impotencia irremediable. Alimentar ese sentimiento de impotencia es el primer artículo de una política hábil por parte de los amos.”5
También es preciso que nos distanciemos de una práctica en la cual las apuestas más radicales radicalizan al de enfrente de manera de no poder trabajar sobre la complejidad de los asuntos. Esta conversación nos sirve para evadir el recurso simplista de ubicar al otro en un lugar radicalmente opuesto al nuestro. Sabemos que, con Bifo, estamos situados en este lado del antagonismo. Por eso aceptamos la invitación de Bifo a polemizar, sin ahorrar nuestras diferencias, amistosamente.
Senilidad y eurocentrismo
Otra línea a la que me lleva esta conversación es sobre el carácter eurocéntrico y senil de nuestras elucubraciones. No se trata de ninguna devaluación de lo que aquí se discute. Pero muchos de nosotros hemos sido jóvenes en las décadas de los 60 o los 70 del siglo XX. ‘Creímos’ en la revolución y pensábamos que íbamos a construir un mundo mejor. ¿Por qué las nuevas generaciones no pueden tener similar perspectiva ilusoria? ¿Hay demasiada realidad a la vista? Lo que hay a la vista es la destitución de la idea de progreso. Vivir con eso no necesariamente supone dirigirnos directamente al fin. Si estamos impregnados de la idea del duelo por la revolución –que se hace en carne propia– o la caída de la idea del progreso, eso no conduciría a que ya está todo perdido. ¿Cómo podemos leer la Profecía de Pasolini Alí de los ojos azules? ¿Y si son ellos, los del Sur, quienes transformarán el Norte global? ¿Será que desde Europa se hace difícil concebir que haya una parte del mundo que no está como nosotros, cooptados y domesticados por este orden tecno consumista? Frente a estos desafíos tenemos que revisar nuestras ideas. Entonces, ¿esa opción del Sur invadiendo el Norte que profetiza Pasolini es una ilusión más? Pasolini concibe una humanidad que se transforma, también para mal y por eso le dedica tanto a criticar el totalitarismo de la sociedad de consumo. Es cierto que la invasión zoológica –en términos argentinos– profetizada no garantiza nada respecto del futuro humano. Sólo que hay allí un ‘deseo’ de que algo cambie. Lo que reitero como punto para discutir con Berardi, es eso, la posibilidad de que haya un deseo de no resignarnos con lo que hay.
Como he dicho en otros lugares recordando a Borges cuando habla del provincialismo europeo. El eurocentrismo padece de ubicarse en el centro de todo, cuyo efecto es la poca curiosidad por lo Otro. Lo contrario de lo que sucede con las culturas periféricas que padecen simultáneamente la fortuna y la desventaja de tener su ideal en otro lado. Eso abre las mentes y los deseos. Se puede construir a partir de lo que nos falta. En Europa y Estados Unidos, la inercia de creerse en el lugar donde todo se genera puede producir una remolona autosatisfacción6.
Practico el materialismo, como hace Berardi, pero también el moterialismo, como diría Lacan. La materialidad de las palabras. Chomsky y Helman muestran cómo las revueltas y movimientos populares del siglo XIX eran alimentados por narrativas que provenían de la prensa socialista, anarquista, sindical. Y será la concentración económica de la prensa –es decir de las narraciones que se imponen a la sociedad– las que destruirán a las pequeñas usinas periodísticas. Hoy, la concentración del poder en pocas manos precisa de imponer narraciones. Musk no devino el más rico del mundo por el dinero sino porque se compró una de las usinas narrativas más potentes, X. Y vemos que esas poltronas de los que llegan a la cúspide del poder se desalojan más rápido de lo que pensábamos.
Producen discursos hegemónicos que sufren los efectos de sus propias narraciones. Los vientos cambian rápidamente. Tesla ha pasado de ser el símbolo del progreso y la ecología, a un símbolo de un fascista y a una caída precipitada del prestigio. Los grandes inversores son dueños de los diarios y las redes sociales lanzando al mundo lo que quieren que creamos. Como dice de Certeau, la creencia es creer lo que muchos creen. Esta discusión surge de intentar ponerle un límite a las narraciones que pretenden imponernos. Ha sido el trabajo de siempre de aquellos que se oponían a un estado de cosas. Por otro lado, la certeza de pensar que sabemos lo que va a ocurrir en el futuro, o creer que no hay futuro, nos puede obnubilar y dificultar arrimarnos a otros relatos posibles que son otras vidas posibles.
Creo que estamos hablando como seres longevos occidentales que vivieron una suerte de esplendor en su juventud y asisten a un ocaso que no es sólo el de Occidente sino de nosotros mismos. Vengo pensando que cuando envejecemos podemos ver con mayor nitidez el fin de los otros o de una época más que nuestro propio final. Una variante de que no hay inscripción de la muerte en el inconsciente, como dice Freud. Es desde esta posición que miramos. Una diferencia que quizás opera entre Berardi y la que suscribe es que él es europeo y yo soy latinoamericana injertada (precariamente) en Europa.
Lo que está en pleno proceso de decadencia es una Europa cuna de la civilización occidental y faro de las Luces durante siglos. Declinación, en primer lugar, por una dirigencia político-económica que contribuye a su suicidio. No hay estadistas a la altura de la época, sino lacayos subordinados a designios de negocios. Me detengo en este sesgo político-económico porque estamos atravesando una guerra declarada entre un occidente degradado que intenta combatir su decadencia construyendo enemigos, algunos de los cuales forman parte de un mundo multipolar inédito que ambiciona lugares muy diferentes tanto del unilateralismo yanqui como del bipolarismo previo a la caída del muro de Berlín.
¿Se cuela en nuestro intercambio una visión eurocéntrica para pensar el mundo? El faro de Europa ha sido desde hace siglos un faro para Latinoamérica a veces iluminando, a veces oprimiendo. Ahora asistimos a una Europa degradada en sus dirigentes, que empujan a su patética declinación. ¿No podemos enterarnos o no queremos enterarnos de que se están produciendo cambios en Africa, en América Latina, en Asia? Hay un movimiento importante con los BRICS. Se está desplegando frente a nuestros ojos un genocidio, pero también una guerra porque hay quienes se resisten a los designios imperiales occidentales. Cuando hablamos de que todo está perdido ¿se trata del planeta o de occidente?
¿Estamos hablando como ancianos a los que nos toca hacer el duelo por lo que no fue? Sospecho que, desde nuestras miradas fraguadas en esa historia, este mundo está perdido, es atroz, y no promete algo de lo que soñamos: igualdad, justicia y libertad. Pero la historia nos muestra que nunca hubo garantías y las luchas también se realizaron sobre un fondo de falta de ‘esperanza’. ¿Por qué no transmitir que no hay victoria o fracaso sin lucha? El discurso sobre la deserción de Bifo tiene, para mí, dos orientaciones diversas. Una, de índole salvífica que surge de mirar de frente la realidad, no mentirnos acerca de lo que vemos. Otra, opuesta, que puede conducirnos a cierto nihilismo melancólico.
Cada uno de nosotros observa un rasgo pues todas las miradas son parciales. Algunas nos gustan más que otras. Quizás nos falta hacer el duelo por algunas convicciones que han acompañado nuestra vida. Tarea difícil pues no es cuestión de soltarlas fácilmente cuando nos corren con mensajes apocalípticos. Pero el ejercicio de una mirada más larga que la de los dirigentes que venden Europa al primer postor quizás sirva para pensar en la modesta y corta vida que nos toca. Pienso, por ejemplo, en esos juveniles Estados Unidos de Norteamérica que con una historia de menos de trescientos años pretenden no sólo ignorar su precipitada decadencia, sino que conciben la posibilidad de vencer a pueblos y culturas milenarias con viejas armas, las de un supremacismo que se está desgranando y una insistencia en recuperar el imperio ya sea con armas ya sea con el comercio. Nos recuerda la frase famosa de Oscar Wilde, “Estados Unidos es el único país que ha ido de la barbarie a la decadencia sin pasar por la civilización”.
Pero no es Estados Unidos el mal del planeta. ¿Estamos en presencia de un ocaso existencial de lo humano? Más allá de la presencia de indicios que nos dirigirían a pensarlo, ¿no estamos en condiciones también de reconocer nuestra fragilidad humana y, a partir de ella, reconocer nuestra imposibilidad de pronosticar ese apocalipsis tan mentado desde hace milenios?
Berardi, F., “En situaciones extremas”. https://lacaneman.hypotheses.org/5514
Ferrari, L., “Eros y la autoextinción humana”. https://lacaneman.hypotheses.org/5209
Berardi, F.,“Deserción e impotencia… ¿y el deseo? A propósito de una entrevista a Bifo Berardi”. https://lacaneman.hypotheses.org/5288
Ferrari, L., “El ideal de las ganancias sin costo”, en Revista Lacan Emancipa, 5/6/2025. https://lacaneman.hypotheses.org/6056
Weil, S., Escritos históricos y políticos, “Meditación sobre la obediencia y la libertad”. Madrid, Trotta, 2007, p.114.
Trabajo esta relación entre Europa y países periféricos en “Oscar Masotta y el psicoanálisis argentino” https://lacaneman.hypotheses.org/4084 y en “La vergüenza y el ideal. Piazzolla, Masotta y Borges” https://lacaneman.hypotheses.org/4156
Para crear el Frente, Axel, junto a Cristina, debe protagonizar dos acciones en beneficio de los 17 millones de bonaerenses
1) Axel debe hacer conferencia de prensa DIARIA, como Claudia en México: información veraz y confiable que romperá la pata mediática del Lawfare y organizará el movimiento nacional y popular
2) Emitir dinero a través de Bonos de Cancelación de la deuda que Nación tiene con la PBA, de modo de tener plata de aquí a 2027.
Lo podría hacer también con dinero complementario autorizado por el Pacto de San José de Flores para lograr una economía provincial y popular de distribución en la Provincia, o como se hizo “Milagro de Wörgl"en youtube
SIN CONFERENCIA DE PRENSA DIARIA CUALQUIER PERONISTA QUE GOBIERNE VA A SER DESTROZADO POR EL LAWFARE, como se lo hicieron y se lo hacen a Cristina (no alcanza con las redes)
Alternativa: Axel, a través del Banco Provincia puede emitir Bonos de la Deuda que Nación tiene con la Provincia: 2 billones aprox. que serían cancelados cuando la Nación devuelva
Axel debe mostrar, en los hechos y palabras, cómo será su futura presidencia, junto a los que los que lo acompañaremos en el Frente que puso sobre sus espaldas, y lo haremos presidente en 2027